Opinión

Una mirada militante desde la cuarentena

José Luis Palacios Arzate*

Desde que surgió la noticia de que un virus chino se expandía rápidamente por Europa y estaba cambiando la vida de muchos en naciones tan desarrolladas como Alemania, Francia y —de manera más enérgica— en España e Italia, las alertas en la sociedad mexicana se prendieron, debido a que años atrás ya habíamos vivido la amarga experiencia de la terrible influenza AH1N1. Sin embargo, nunca pensamos que este coronavirus, o Rey del veneno (ya que virus viene del griego toxina o veneno, y corona se explica por sí solo), fuera a afectar y modificar tanto nuestras vidas.

La inmensa mayoría de los priistas siempre hemos sido personas cálidas que disfrutamos estar en las calles, recorriendo nuestros seccionales, preocupados por el bienestar de nuestros vecinos —a quienes más que conocidos, en muchas ocasiones consideramos familia—. Somos los primeros en organizar los festivales del Día del Niño; gestionar las rifas de regalos en el Día de la Madre; preocuparnos por los problemas que puedan tener las personas con más edad en la colonia, e, incluso, los primeros en estar pendientes y ser solidarios con quien lo necesite.

A lo largo de toda mi historia priista he sido testigo de cómo entre nosotros, los rojos de corazón, nos hemos apoyado comprando en negocios locales; entrando con todo a las jornadas de limpieza y remozamiento de nuestros parques y jardines, o poniendo de nuestra bolsa para que las condiciones en las calles mejoren, ya sea por la lámpara fundida o el bache descuidado que la autoridad había pasado por alto.

Nuestra esencia como priistas es solidaria; no es de fotos para presumir las ayudas. Somos héroes anónimos para la sociedad mediática, pero verdaderos hermanos en nuestras colonias. Los seccionales han dado más de lo que realmente deberían, pues ellos no son priistas electoreros, son priistas de 24/7. Cuando las dirigencias los necesitan, siempre están pendientes al llamado de su partido; con cargo o sin cargo, siempre han dado la cara por el Revolucionario Institucional. Y hoy, después de meses de convivir con este virus, de estar en el encierro de nuestras casas, valdría la pena reflexionar y hacer un gran reconocimiento a nuestros líderes seccionales.

Muy a pesar de la desinformación (pues, al principio de la pandemia nos decían que no había problema, que saliéramos y que nos abrazáramos cuando el mundo estaba ya tomando políticas de confinamiento), muchos de nuestros líderes tomaron conciencia de la gravedad del tema, y aunque a veces las autoridades se contradecían con algo tan básico como usar o no un cubrebocas, la sociedad actuó porque lamentablemente pasamos del “no pasa nada” a la emergencia sanitaria.

Por esto y más, un gran aplauso a los priistas que desde sus casas siguen ayudando a sus vecinos, consumiendo local o apoyando a los que menos tienen. Ya llegará el momento de volver a salir a las calles, de abrazarnos y de decir: ¡Vamos juntos, vamos PRI!

 

*Presidente del IRH Filial Estado de México

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