Cuando el PRI se alejó de la militancia
Alberto Lugo Ledesma *
Cada vez que hay proceso electoral, se dice que “las elecciones son lecciones”. Un lugar común que encierra una gran verdad: los comicios nos dejan grandes enseñanzas. Para el Partido Revolucionario Institucional, los de 2018 deja- ron en claro que la militancia quiere, exige, ser escuchada en la toma de decisiones; que los priistas no son una masa pasiva que se moverá´ hacia donde la dirigencia en turno la pretenda orientar; que no aceptará imposiciones de amiguismos y compadrazgos, y que reclama procesos democráticos en la elección de dirigentes y candidatos.
José´ Antonio Meade era un extraordinario perfil para la Presidencia de la República, sin embargo, la militancia se sintió´ agraviada porque no era militante y no fue partícipe de su designación. Los priistas se sintieron ofendidos porque la dirigencia ya no reconocía sus méritos —era más fácil ser candidato ciudadano por el PRI, que ser candidato priista por el PRI—.
Se desdeñó´ y maltrató al priista de a pie y muchos de los candidatos se avergonzaban de nuestras siglas y colores; las campañas priistas dejaron de ser tricolores y pasaron a ser rosas o moradas. Si el PRI se alejó del priismo, ¿cómo pretendía que el priismo no se alejará de nuestros candidatos, a los cuales nunca sintió´ suyos?
La próxima Asamblea Nacional, órgano supremo de nuestra institución, es la mejor oportunidad para regresar la mirada a los priistas —escucharlos, atenderlos—, para que juntos, dirigencia y militancia, construyamos el partido que queremos para el futuro.
Ya lo decía don Jesús Reyes Heroles: “Confiamos en que, sin timidez ni inhibiciones, la mayoría de los militantes expresen sus puntos de vista, nos den su criterio. Queremos de ellos saber hacia dónde debemos ir y por dónde debemos ir”. Esa es la tarea.
* Secretario de Organización Instituto Reyes Heroles
@albertolugomx