El 1 de julio de 2018, México dio un paso más hacia la normalidad democrática al experimentar la tercera alternancia en el Poder Ejecutivo Federal. Todos los partidos políticos y participantes reconocimos y acatamos sin chistar esa misma noche los resultados computados por el Instituto Nacional Electoral (INE), autoridad que ha demostrado certeza, legalidad, imparcialidad e independencia en su actuar.
Con acciones como ésta, el PRI se ha posicionado como el partido democrático de México, demostrando que gana y pierde en democracia y que es el único capaz de convocar a su militancia a procesos internos democráticos para renovar su dirigencia nacional.
No obstante, a dos años de aquella memorable hazaña cívica, México no va bien. Padece un gobierno federal lejano a su realidad, obstinado en concretar un proyecto prediseñado y parcial que carece de toda utilidad para las actuales necesidades y que ha debilitado gravemente a las instituciones públicas que los mexicanos hemos construido a lo largo de cien años de vida constitucional y republicana. Instituciones que obedecen no a un partido ni a un hombre, sino a los intereses nacionales. Hoy, se advierte un grave deterioro en la vida económica, política y social del país.
A diecinueve meses de iniciado el gobierno de Morena, el crecimiento económico de México es negativo; se han perdido muchos más empleos de los pocos creados, la inseguridad bate récords de muerte y violencia y los servicios públicos se han deteriorado.
En el gobierno federal no hay disposición para dialogar, acordar y coordinar políticas entre los tres órdenes de gobierno y las instituciones públicas. Todas las acciones que se han emprendido desde el 1 de diciembre de 2018 han demostrado ser insuficientes y aisladas para atender los problemas que buscan resolver.
Es necesario que Morena como partido en el gobierno recuerde que la política no es una actividad superflua ni opcional, sino imprescindible para gobernar.
A pesar del consenso unánime que existe sobre la caída económica que México sufrirá este 2020, entre -8 y -12 por ciento, hasta el momento las y los mexicanos no contamos con un plan estratégico que busque revertir ese pronóstico y salvar empleos.
Nuestro país está siendo el más afectado de América Latina. Es evidente que la puesta en marcha del T-MEC no será suficiente para cambiar esa tendencia, sino que se requiere que el gobierno federal convoque a un acuerdo nacional entre los tres órdenes de gobierno y todos los sectores para marchar todos juntos en la misma dirección: la recuperación de México.
Queda la impresión que el gobierno federal no lo va a hacer porque no quiere renunciar a obras públicas de largo plazo que en nada contribuirán a aliviar la crisis económica y de salud que sufrimos, siendo una obstinación que cuesta vidas y empleos.
Por ello, es importante que la ciudadanía contraste la capacidad, vocación, experiencia y sensibilidad de cada uno de los partidos políticos para ejercer el gobierno. Hay quienes crecen en la oposición, gritando y ofendiendo, pero una vez en el gobierno no saben qué hacer y demuestran su incapacidad.
En cambio, ya sea en la oposición o en el gobierno, el PRI siempre ha dado resultados positivos a México. Y la pandemia del Covid-19 no es la excepción, pues todos los gobiernos locales del PRI están ofreciendo apoyos de verdad significativos a empresas, trabajadores, familias y sectores vulnerables ante esta contingencia. Pero lamentablemente no es suficiente y se requiere que la Federación actúe en consecuencia.
De ahí la importancia que la ciudadanía se informe, compare y evalúe a sus gobernantes, como sucede en todas las democracias. México no va bien: cero resultados y van 2.
*Presidente Nacional del PRI