Los siguientes dos meses tendrán como tema principal las elecciones para la Cámara de Diputados, donde reconfigurar la distribución entre los partidos políticos será la decisión clave que definirá el rumbo nacional.
Morena pregonará que tienen que mantener la mayoría en San Lázaro “para que siga avanzando su movimiento”, con la única “esperanza” de un progreso que, a casi 3 años de gobierno, ni siquiera se asoma en el horizonte…ni se asomará.
El problema con ese discurso no radica solamente en la falta de resultados e innumerables errores, sino en que dicha mayoría ha probado ser inoperante para el Sistema Político Mexicano.
Nivelar la cámara de diputados es más que una decisión política, es sobre todo una necesidad funcional para que el país supere las crisis que enfrenta, y para ello es necesario escapar del “Presidencialismo Brutal” que Morena representa.
Ya desde los años 70’s Daniel Cosío Villegas alertaba que en México existía una peligrosa tendencia a que el presidente en turno tuviera poderes excesivos, en detrimento de la Constitución, la anulación a los Poderes Legislativo y Judicial y la imposición de una agenda centralista que rezagaba a los estados (afectando el Pacto Federalista).
Si esta afirmación hubiese aparecido en los titulares de esta mañana sería tan actual que nadie se percataría que se escribió hace casi 50 años. Y es que México es una nación Presidencialista Institucional, donde el Presidencialismo Brutal que se busca imponer no tiene lugar.
Históricamente la lucha parlamentaria en México ha sido más para contrarrestar los abusos del ejecutivo, antes que buscar la supremacía del legislativo. Esa es la misma lucha que hoy urge ser librada por el Partido Revolucionario Institucional.
El miedo de Cosío Villegas es más vigente hoy de lo que fue en su época, con un presidente que amenaza con cambiar la Constitución para restarle facultades al Poder Judicial (simplemente por frenar sus iniciativas retrogradas) y con una bancada de Morena servil y sumisa que ve al presidente como el jefe real de su partido.
Por eso, estas elecciones serán una oportunidad invaluable para que los mexicanos decidan si le siguen otorgando atribuciones políticas metaconstitucionales a un ejecutivo que no ha presentado resultados, o si se crean contrapesos eficientes que limiten la concentración excesiva del poder en un solo hombre, y así terminar con las decisiones unilaterales, erráticas e improvisadas.
Que quede claro, la lucha por los espacios parlamentarios será para devolverle la funcionalidad al sistema político mexicano, antes que para satisfacer los proyectos partidistas de las bancadas opositoras.
Reconfigurar San Lázaro antes que un proyecto político es un proyecto institucional, porque quitarle la mayoría a Morena significará poder volver al México de las instituciones fuertes que el PRI formó.
Será dejarnos de las ideas medievales de un líder omnisciente al que los suyos le rinden veneración, para concentrarnos en fortalecer los organismos autónomos que los priistas construimos, y tener en sus filas mujeres y hombres con experiencia probada.
Representa recordar que México no es de un solo hombre, ni de un solo partido, sino de los millones de mexicanos con sed y sueños de salir adelante de la desgracia que hoy enfrentamos.
*Representante de radio y televisión del CEN del PRI