Opinión

Juego nuevo

Rolando Rodrigo Zapata Bello*

Siempre hay que luchar por los mejores ideales con los pies bien puestos en la tierra, con realismo mundano y operación práctica. Los ideales de estos días, y que están en la línea que defiende el Frente Amplio por México (FAM), son la democracia y la ciudadanización. El trabajo que este proyecto despliega busca cambiar la conversación nacional y recentrar la atención pública en torno a estos ideales, y lo ha hecho con evidente éxito inicial.

Por primera vez desde el 2018, quienes creemos en las libertades individuales, la tolerancia, la rendición de cuentas y la democracia perfectible, tenemos la iniciativa en la narrativa pública. El FAM ha capturado los reflectores y hoy es el actor más importante en el escenario.

El FAM, con sus comienzos, sanos tropiezos y ensayos, ha capturado la imaginación de la ciudadanía interesada en la política, una ciudadanía que había caído en la apatía y la ausencia—en lo que el lingüista italiano Raffaele Simone llama “democracia de baja intensidad”—. Esta situación conlleva un gran potencial y marca el inicio de una nueva brega democrática. La ruta ha quedado trazada: debemos seguir generando noticias, discursos y dinámicas innovadoras que fusionen a ciudadanos y partidos opositores en el tránsito hacia una nueva etapa de la democracia mexicana, una que evite la consolidación de la hegemonía autoritaria.

De las “corcholatas” cada vez se escucha menos. El proceso interno de Morena ha pasado a un segundo plano y no se convirtió en ese gran espectáculo político que, en teoría, haría de la elección del 2024 un mero trámite. De hecho, el líder real de Morena parece ignorar la pasarela guinda para decidir quién le promete más docilidad, y hoy está concentrado en lo que ocurre en el FAM.

En política, en elecciones y en democracia, tener la atención de los reflectores es la mitad de la victoria. Hoy el FAM—perfectible como cualquier otro proceso inédito—tiene el reflector sobre sus acciones. Esto parecía algo imposible dado el control de la narrativa que se tenía desde Palacio Nacional, pero la conversación en la calle ha cambiado. El proceso del FAM es mucho más relevante que el de sus competidores, y esa es una ventaja que se debe preservar manteniendo el ritmo de innovación; siendo francos en las discusiones internas; transparentes en los procesos de debate y competencia; y convocando al optimismo y la propuesta antes que a la revancha o al ajuste de cuentas.

El intento de Morena para presentar su proceso interno como “la verdadera elección”, y con ello transformar la campaña del 2024 en una simple formalidad, parecía imparable. Hoy, sin embargo, se ve coreografiado, tenso y cada vez más aburrido. Gracias al FAM hoy los ciudadanos tienen la iniciativa, y no lo digo en vano: la ciudadanía, de manera democrática, decidirá quién encabezará los trabajos del FAM en una histórica consulta ciudadana a nivel nacional.

En solo un par de semanas, el ánimo en el tablero de ajedrez político ha cambiado. Morena llevaba una jugada de ventaja y dictaba condiciones. Ahora se aprecia un juego nuevo: el FAM comienza a dominar el tablero, y eso puede representar media partida y media victoria. No obstante, habrá que trabajar con ideales claros, compromiso terrenal práctico y audacia comunicacional para mantener esa iniciativa, y convertirla en una victoria completa.

El reflector democrático brilla como hace décadas no lo hacía en México, no sobre una persona, sino sobre un colectivo: el Frente Amplio por México.

*Secretario de Acción Electoral del PRI Nacional

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