Trabajo doméstico: 26.3% del PIB en México, una aportación invisibilizada
El trabajo doméstico no remunerado es esencial para los hogares y la economía en México. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), representa más del 26% del Producto Interno Bruto (PIB), un aumento del 1.1% respecto a años previos.
Las tareas del hogar han sido clave para la economía desde hace siglos. Sin embargo, las mujeres enfrentan desigualdades en la distribución de estas actividades, que incluyen la preparación de alimentos, limpieza y cuidado infantil.
El trabajo doméstico no remunerado es fundamental para el bienestar familiar y la estabilidad económica. Sin embargo, las mujeres siguen siendo las principales responsables, sin reconocimiento ni compensación, perpetuando una de las mayores desigualdades de género en México.
Que las mujeres realicen la mayor parte de las labores del hogar sin salario refleja cómo, pese a ser esencial, su trabajo es menos valorado que las actividades remuneradas, generalmente realizadas por hombres.
Si el trabajo doméstico fuera remunerado, las mujeres ganarían en promedio 7,248 pesos mensuales y los hombres 3,040, según el INEGI. Esta diferencia refleja la mayor carga de trabajo asumida por las mujeres y la desigualdad estructural que considera estas labores como una responsabilidad femenina. Aunque ambos géneros participan en estas actividades, las mujeres las realizan con mayor frecuencia y dedicación, profundizando la brecha de género en tiempo y compensación.
El análisis del tiempo revela una notable disparidad: las mujeres dedican 63.7 horas semanales al trabajo doméstico y de cuidados, mientras que los hombres apenas 27.9. Por otro lado, los hombres invierten el 69% de su tiempo en actividades remuneradas frente al 33.8% de las mujeres. Este desequilibrio no solo sobrecarga a las mujeres, sino que perpetúa la división de roles en la sociedad.
A nivel regional, el Estado de México, Ciudad de México, Jalisco, Veracruz y Nuevo León destacan en trabajo doméstico no remunerado. En contraste, Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Tlaxcala y Zacatecas muestran un mayor impacto económico local debido a la alta dependencia del PIB en estas labores.
Este panorama resalta la necesidad urgente de reconocer y valorar el trabajo doméstico no remunerado, no sólo como un factor económico importante, sino también como un componente esencial para la equidad de género en el país. La invisibilidad de estas tareas perpetúa la desigualdad y limita las oportunidades de las mujeres para participar de manera plena en la vida económica y social.
Reconocer y valorar el trabajo, implica cambiar las normas sociales que aseguran la idea de que las mujeres son las encargadas naturales del hogar para avanzar hacia una sociedad más justa, es crucial que se promuevan políticas públicas.
Para lograrlo, es necesario fomentar una distribución más equitativa de las responsabilidades entre hombres y mujeres. La educación, la sensibilización y la implementación de políticas laborales más inclusivas son pasos fundamentales para reducir las desigualdades de género.
Información: Forbes MX/El Economista
Fotografía: Urbano