Opinión

Progreso sin visión ambiental no es progreso

Cuauhtémoc Betanzos Terroba*

De acuerdo con la definición oficial de la Real Academia de la Lengua Española, progreso significa: «1. m. Acción de ir hacia delante. 2. m. Avance, adelanto, perfeccionamiento.» Sin embargo, ¿hacia dónde debemos avanzar como sociedad? En un contexto mucho más social, la definición de progreso sugiere la idea de buscar el bienestar personal o colectivo haciendo uso de diversas herramientas, conocimientos o soluciones, motivos por los cuales podemos concluir que el progreso es un concepto que indica la existencia de un sentido de mejora en la condición humana.

El actual Gobierno de nuestro país ha ejecutado e implementado diversas acciones y políticas que atentan contra el medioambiente y sugieren una falta total de compromiso ecológico, siendo la Política de Confiabilidad, Seguridad, Continuidad y Calidad en el Sistema Eléctrico Nacional, que emitió la Secretaria de Energía, la más reciente.

Dicho acuerdo establece una serie de medidas que limitarán el crecimiento y operación de las centrales de energías renovables, privilegiando el uso de carbón y petróleo. Con el pretexto de la crisis sanitaria por la pandemia del Covid-19, pretende tomar el control de la industria para —supuestamente— garantizar la generación y suministro de energía eléctrica.

Pero esto no es nuevo: el Gobierno ha atentado en más de una ocasión contra la generación de energías limpias. El pasado 27 de abril, el Centro de Control Nacional de Energía (Cenace), encargado de operar el sistema eléctrico del país, suspendió las pruebas operativas de plantas eléctricas tanto solares como eólicas.

Ese nulo compromiso con el medio ambiente no solo se exhibe en estas decisiones, sino también en los principales proyectos del nuevo Gobierno. Por ejemplo, la refinería en Dos Bocas en Tabasco, misma que representa un ecocidio en la zona de los manglares, tendrá un costo aproximado de ocho mil millones de dólares. De acuerdo con la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), un estudio de carácter preventivo y de planeación realizado por el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP), los impactos en la zona serán de moderados a severos en la construcción y operación de la planta. Entre estos, destacan “la modificación de las escorrentías que conducen aguas pluviales, la alteración de la calidad del agua pluvial que se infiltra al subsuelo y en el consumo de agua, y la generación de emisiones contaminantes y partículas suspendidas en el aire”, además del altísimo costo por la deforestación de árboles de mangle, atesorado por los conservacionistas por su labor para combatir el cambio climático debido a que captura de tres a cinco veces más carbono que la flora continental.

Otro ejemplo es el aeropuerto de Santa Lucía, mismo que se encuentra paralizado por una serie de amparos que han presentado diversos grupos de ciudadanos por la falta de información sobre la incidencia medioambiental —entre otros motivos.

De acuerdo con un estudio realizado el año pasado, del más de medio millón de palabras pronunciadas durante las 100 primeras «Mañaneras», las que tienen que ver con sostenibilidad suponen un 0,007%. Para ese entonces, había utilizado solamente tres veces «ecología» y 35 veces «medioambiente”. A esto hay que añadir la reducción en un 20% del presupuesto destinado a la Secretaria de Medio Ambiente.

Lamentablemente, queda muy clara la poca importancia que el actual Gobierno tiene por el medioambiente y su conservación. En un país que cuenta con 12 distintos ecosistemas vegetales, 58 tipos de vegetación y un buen número de especies endémicas que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta, el Gobierno pone nula atención al cuidado del medio ambiente.

Volviendo al título y a la definición que al principio de esta columna compartía con ustedes, ¿puede un gobierno, que atenta contra el medioambiente, ir en el camino del progreso? La respuesta es rotundo NO; no es posible pensar en mejores condiciones para la vida humana cuando atentamos contra el entorno que nos permite vivir la vida como la vivimos. Y menos hoy en día, que queda muy claro la necesidad imperante de acciones mucho más contundentes para la conservación de los recursos naturales.

La enorme amenaza que vivimos como especie somos nosotros mismos, quienes atentamos todos los días contra nuestro planeta. Hoy, más que nunca, es imprescindible que todas las acciones y políticas de gobierno tengan una visión medioambiental.

 

*Secretario de Organización de la Red Jóvenes X México

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