Uno de los sectores más afectados por la pandemia de COVID-19 ha sido la aviación. No solamente porque varios países tomaron la decisión de cerrar temporalmente sus fronteras, sino también porque, de manera más generalizada, cerraron hoteles, playas, y centros turísticos. Eso sin considerar el miedo al contagio, el cual mantuvo a gran parte de la población en sus casas. Se entiende: si no es una urgencia, preferible no viajar.
Hasta el momento, mayo ha sido el peor mes en la industria aérea mexicana. No sólo durante la cuarentena, sino de toda su historia. El tráfico de pasajeros mundial cayó entre 88 y 98 por ciento. El Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), el cual tiene el mayor número de operaciones del país, registró una caída anual de 93.7 por ciento, ya que pasó de movilizar a más de cuatro millones de pasajeros en 2019, a solamente 275 mil en 2020.
Este delicado y sustantivo detrimento superó al asentado por la influenza AH1N1, en mayo de 2009, cuando el AICM movilizó a un millón 417 mil pasajeros, lo cual representó una baja anual de 34.7 por ciento. Aeroméxico, por ejemplo, transportó 135 mil pasajeros, 92.4 por ciento menos que en mayo 2019; Volaris, por su parte, tuvo una caída de 88.9 por ciento anual.
