Opinión

Los hermanos Trump

Anahí Benítez Sánchez*

México y Estados Unidos comparten más que una frontera: comercio, migración e incluso negociaciones sobre cómo abordar la seguridad siempre han estado en la mesa, por mencionar solamente algunos temas afines. No obstante, la política exterior implementada en cada uno de los gobiernos ha tenido estrategias diversas, lo cual ha llevado a tomar decisiones en defensa del interés nacional.

En los últimos meses, ambos países han implementado una política exterior aislacionista. Trump ha decidido abandonar grandes organizaciones internacionales y retirarse de importantes esfuerzos, mientras que, por su parte, desde el Poder Ejecutivo mexicano se ha dicho que “la mejor política exterior es la interior”.

Tal vez, lo que en México se ignora es que aislarse del concierto internacional es un grave error. En primera, porque se pierde liderazgo ante los vecinos (América del Norte y Latinoamérica) y, en segunda, o más bien en consecuencia, porque detiene las inversiones extranjeras que podrían generar crecimiento y desarrollo nacional.

Por si esto no fuera poco, en materia interior, las cosas tampoco son tan distintas; parece que ambos presidentes estudiaron en la misma escuela: Falta de Empatía I, II y III fueron sus materias principales. Asimismo, las similitudes en materia de gobierno saltan a la vista: la discriminación racial, injusticia y desigualdad, que han sido parte de la historia estadounidense, se ven reflejadas en nuestro país. El desafortunado asesinato de George Floyd ha levantado una gran ola de protestas a nivel nacional e internacional; sin embargo, las reacciones del presidente estadounidense han provocado el enfurecimiento de la población de color y de muchas personas adheridas a tan importante causa. Trump ha gobernado solamente para un sector de la población, el cual, evidentemente, no es la comunidad de color, ni latina.

En México, se ha hecho exactamente lo mismo: los feminicidios aumentaron 1.6% entre enero y marzo del 2020 (sin contar el periodo de aislamiento y la violencia intrafamiliar desatada causada por el COVID19); el 8 de marzo, miles de mujeres salieron a protestar y exigieron la protección del Estado, el debido seguimiento a las denuncias, así como el cese a la violencia de género.

Un día después, se convocó a un paro nacional con el fin de concientizar la relevancia y delicadeza de la situación. La reacción presidencial fue desacreditar: subestimó la conmoción, y carente de empatía, pronunció desafortunadas palabras que no hizo más que indignar al movimiento.

Es innegable, también, que ambos mandatarios han utilizado la polarización política y social para lograr, mediante sus “alfiles políticos”, poner a la ciudadanía en un constante debate, lo que ha ocasionado hostilidad y enemistad entre la población. De igual forma, más que clara es su estrategia, derivada del populismo: cuando las cosas no van bien, siempre será más sencillo buscar responsabilidades ajenas y no asumir las propias.

El presidente de México prefiere anteponer su proyecto político, sin importar la circunstancia: por ejemplo, terminar con las instituciones que no le favorecen antes de velar por su bienestar y autonomía. Paradójicamente neoliberal, busca el adelgazamiento del Estado. Apoya políticas públicas que no hacen más que aumentar el clientelismo, las cuales, a juzgar por la realidad, no están dando resultados: un México en recesión económica y con detrimento pronosticado de más de siete por ciento para este año. Su compañero de clase no se queda atrás: la contracción económica estadounidense inició en marzo y el desempleo va en aumento.

Espero que ambos mandatarios estén por enterados que, en las crisis, se forman liderazgos con alternativas para encarar las adversidades de la realidad. Las respuestas siempre estuvieron ahí, las propuestas que la sociedad civil brindó, los partidos políticos, las experiencias internacionales, incluso la comunidad científica siempre ha estado dispuesta a apoyar en lo que cada nación ha requerido; sin embargo, el orgullo, la ignorancia y la soberbia han podido más que una población hambrienta de resultados. Que no haya pretextos ni excusas cuando alguien más retome las causas.

 

*Secretaria Técnica de Atención para Estados en Oposición

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