Opinión

La operación política: medio y fin

Lázaro C. Jiménez Aquino *

Asumir que en el proceso político hay perfiles más importantes que otros, más que un pensamiento jerárquico, manifiesta un desapego a la realidad y probablemente una soberbia camuflada: dos de los problemas que, sabemos, nos han traído hasta aquí. Más bien, la imagen que posiblemente pueda representarlo mejor es la de una cadena concatenada por eslabones firmes, donde su función se ve satisfecha mediante la fortaleza de cada uno de sus elementos. Ya lo dijo el presidente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, “la fuerza está en la militancia” —y la militancia somos todos quienes integramos activamente esta institución política. 

En ese sentido, a pocas semanas de comenzar el calendario electoral de 2021, vale la pena recordar la importancia del trabajo territorial, la esencia de la operación política. Si bien no hay una función más importante que otra, debemos tener claro que todo comienza y termina en la tierra: el medio y el fin de nuestra profesión. Recorrer las calles no solamente significa llevar un mensaje o convocar a una causa; implica, igualmente, escuchar las necesidades de primera mano, conocer a la gente que eventualmente determinará un voto y a los liderazgos orgánicos con quienes tendremos que negociar, en aras de encontrar sinergias y resultados. Por ello, resulta imprescindible que las personas que designemos como operadores políticos abracen varias virtudes: entre ellas, la capacidad de liderazgo, motivación, análisis y organización; experiencia electoral; conocimiento pleno del territorio en el cual se desenvolverá; empatía, inteligencia emocional y escucha activa; asertividad a la hora de comunicar, y un ánimo genuino por incluir y mediar, siempre con el propósito de sumar y ser sumado a un proyecto de justicia social. 

Sin embargo, no debemos olvidar el contexto histórico que atravesamos. Aunque el curso de la pandemia prevea un escenario más apacible el próximo año, no podemos confiarnos. Si éste no se diera, gran parte de las campañas políticas tendrían que realizarse vía redes sociales. El activismo digital que se agudizó en los últimos meses es una realidad que llegó para quedarse —y, con él, desde las instituciones políticas, también los estímulos formativos necesarios para garantizar la transmisión efectiva y contundente de nuestro mensaje. 

Tengo una convicción: mientras defendamos los intereses del PRI, haciendo nuestras las causas y motivaciones de una institución política en vías de transformación, que está reformándose para rectificar la integridad política no solamente entre sus filas, sino en el espacio político mexicano, tanto en lo ético como en lo profesional, no habrá competencia ideológica o militancia ajena que pueda hacernos frente en 2021.

 

* Presidente Nacional del Instituto Reyes Heroles

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