
Día internacional de la Educación: Pilar de Progreso y Esperanza para el Mundo
Cada 24 de enero se celebra el Día Internacional de la Educación, una jornada proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en la resolución 73/25, adoptada en 2018. Este día reconoce la educación como una herramienta esencial para transformar vidas y construir un futuro sostenible, equitativo y pacífico. Más que un derecho humano fundamental, la educación se percibe como el motor clave para abordar desafíos globales como la pobreza, la desigualdad, el cambio climático y la paz mundial. Este enfoque busca que todas las personas tengan acceso a oportunidades de aprendizaje a lo largo de su vida, independientemente de su género, situación económica o lugar de origen. La educación es, en esencia, una herramienta que permite a las personas desarrollar su potencial y contribuir al progreso de sus comunidades y sociedades.
Sin embargo, la celebración del Día Internacional de la Educación también invita a reflexionar sobre los desafíos persistentes en este ámbito. Según datos de la UNESCO, millones de niños y jóvenes en todo el mundo todavía carecen de acceso a una educación adecuada. Las niñas, en particular, enfrentan barreras significativas, especialmente en regiones marcadas por la pobreza, los conflictos armados o las normas culturales restrictivas. Esta situación evidencia una deuda pendiente que afecta no solo a individuos, sino al progreso colectivo de las naciones. La pandemia de COVID-19 amplificó estas desigualdades, dejando a millones de estudiantes sin acceso a clases presenciales ni herramientas tecnológicas para continuar su aprendizaje desde casa. Este escenario puso de relieve la fragilidad de los sistemas educativos y la necesidad urgente de transformarlos para hacerlos más inclusivos, resilientes e innovadores. Invertir en estrategias educativas que se adapten a las crisis y fomenten el aprendizaje digital se ha convertido en una prioridad global.
La educación no solo es fundamental para superar estos desafíos inmediatos, sino que también desempeña un papel crucial en el desarrollo sostenible a largo plazo. Tal como señala la resolución de Naciones Unidas, fomenta habilidades necesarias para empleos decentes, promueve la igualdad de género, refuerza el respeto por los derechos humanos y contribuye a la paz mundial. Un ejemplo tangible de su impacto es el empoderamiento de las mujeres, ya que cada año adicional de educación que reciben incrementa sus ingresos futuros, reduce las tasas de matrimonio infantil y mejora la salud de sus familias. En México, la educación enfrenta desafíos significativos que reflejan la necesidad de políticas públicas efectivas y una inversión sostenida en el sector educativo. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2020, el 4.7% de la población de 15 años y más, equivalente a aproximadamente 4.5 millones de personas, no sabía leer ni escribir. Aunque esta cifra representa una disminución respecto al 25.8% registrado en 1970, aún persisten retos importantes. La tasa de abandono escolar es otro indicador preocupante.
En el ciclo escolar 2023/2024, la tasa de abandono en la educación superior fue del 7.1%, mientras que en la educación media superior alcanzó el 13.3%. Estas cifras varían entre entidades federativas y niveles educativos, reflejando disparidades regionales y socioeconómicas. La Encuesta Nacional sobre Acceso y Permanencia en la Educación 2021 del INEGI revela que el 54.9% de los hombres y el 45.1% de las mujeres abandonaron sus estudios, siendo la principal causa la falta de recursos económicos, representando el 49.7% de los casos. Además, se observó que el 71.8% de los estudiantes que desertaron y pertenecían al cuartil de menores ingresos señalaron que en su familia faltaba dinero para útiles, pasajes o inscripción. Estas estadísticas evidencian la necesidad de fortalecer los sistemas educativos en México, promoviendo políticas que garanticen el acceso y permanencia de todos los estudiantes, independientemente de su género, ubicación geográfica o condición socioeconómica. La inversión en educación no solo es fundamental para el desarrollo individual, sino también para el progreso y bienestar de la sociedad en su conjunto.
Información: ONU/INEGI
Fotografía: Colegio Digital