Opinión

Reconquistando la paz

Rubén Moreira Valdez*

En cuestión de seguridad pública es común saber de disputas entre autoridades de los tres órdenes de gobierno. Cuando sucede un hecho delictivo de magnitud o aparecen estadísticas desfavorables, no es extraño que en los medios de comunicación se deslicen frases o argumentos mediante los cuales los titulares de los órdenes de gobierno traten, para deslindarse, de culpar a sus homólogos.

Semanas atrás el politólogo e investigador nacional Sergio Aguayo presentó Reconquistando la Laguna, documental auspiciado por El Colegio de México. En 52 minutos describe el esfuerzo institucional y de la sociedad para lograr la paz en esta emblemática zona del país.

En el presente artículo no pretendo, además es imposible, exponer toda la estrategia que permitió terminar con la violencia en la comarca lagunera y el conjunto del estado de Coahuila. Es necesario aclarar que, aun cuando se observan algunas similitudes, hay rasgos que distinguen las acciones que se aplicaron para cada uno de los territorios de la entidad (Coahuila tiene seis regiones geográficas y económicas). El estudio al que me refiero en el párrafo anterior solo comprende la Laguna, sin embargo, la paz llegó a todo el estado y ciudades como Saltillo tienen estándares de paz comparables a los mejores del mundo.

La responsabilidad de la paz es esencialmente un tema de las autoridades estatales, de los gobernadores, para ser claros. Esta afirmación puede resultar controversial; sin embargo, mi experiencia me permite aportar argumentos para sostenerla. Me explico: el gobernador es la autoridad que mejor puede articular en su jurisdicción los esfuerzos con la federación y los municipios. Además, es quien tiene la mayor oportunidad de convocar a la sociedad e instrumentar la estrategia. A todo esto, podemos agregar su capacidad política para operar ante los otros poderes públicos.

En el lapso que va de 2012 a 2017 Coahuila disminuyó en más de un 82 por ciento los homicidios y a la fecha mantiene un estándar de paz que lo distingue del resto del país. El ejemplo de La Laguna es notable, pues Torreón, de ser la quinta cuidad más violenta del mundo, salió de ese terrible ranking y se convirtió en referente de tranquilidad. Aún más: quien visita Coahuila puede viajar a cualquiera de los siete pueblos mágicos sin ningún inconveniente u organizar actividades al aire libre o de recreo sin contratiempos.

Son bien conocidas la mayoría de las grandes líneas que sirven para armar un programa de seguridad. Algunas de ellas se pueden enumerar fácilmente: mejorar las policías, involucrar a la sociedad, crear bienestar económico, construir leyes modernas, etcétera. Más allá de distinguir elementos de respuesta como los anteriores, el peso de la solución se encuentra en dos factores estratégicos: 1) la naturaleza multidimensional del conjunto de acciones que se instrumentan, y 2) el compromiso de las autoridades para involucrarse directamente en operar y evaluar las acciones acordadas. Esto se traduce, de querer buenos resultados, en un compromiso total de la autoridad subnacional, casi hasta extremos obsesivos. La agenda del gobernante exitoso en materia de seguridad se ve necesariamente dominada por el tema.

El campo de la ejecución de las estrategias incluye el diseño de acciones específicas y su evaluación cotidiana. Las entidades federativas con logros en este campo se distinguen por una actividad intensa y consistente en los consejos de seguridad. Es ahí, en una revisión permanente, donde se descubren las debilidades de la operación y, con un poco de inteligencia y estadística, se encuentra la lógica delictiva de ciudades y regiones. El problema de la inseguridad tiene solución. El mayor obstáculo es la falta de voluntad para atenderlo y el poco tiempo que en su agenda pública y personal dedican los políticos cuando gobiernan.

“Abrazos y no balazos” es una estrategia que está condenada a fracasar. Responder a la inseguridad y lograr buenos resultados depende de políticas públicas complejas, sostenidas en mecanismos de coordinación, evaluación y autocrítica. Otro factor que adelanta el fracaso es el retiro de presupuesto federal a estados y municipios. La bancada de Morena en la Cámara de Diputados ha concentrado los recursos en el gobierno central y, por lo tanto, la construcción de policías locales eficaces ha sido torpedeada por esta maniobra.

De no cambiar estrategia, tendremos en el futuro un país más violento y las bandas criminales expandieran sus conductas delictivas a otras actividades, incluyendo las lícitas. Ahora lo hacen de forma insipiente en muchos municipios del occidente, donde se han convertido en proveedores y contratistas de gobiernos locales.

 

                                                             *Coordinador del Grupo Parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados y Presidente de la Junta de Coordinación Política

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