Labrado y resonando en los muros del portentoso recinto legislativo de San Lázaro está el legado que día a día el pueblo y el Partido de la Revolución han forjado para nuestra patria. Las luchas de la nación mexicana las convertimos en derechos que están inmersos en el bien más preciado para los liberales: la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Y justamente ha sido la contundente expresión de la voluntad ciudadana la que ha hecho presente al PRI en el Poder Legislativo de la Unión en su 65 Legislatura; mandato que nos otorga para representarla dignamente en su oposición irrestricta al poder, ya sea en sus formas preconcebidas o en aquellas de naturaleza caprichosa.
Las y los legisladores priistas tenemos principios, proyecto, causas, agenda, futuro y rumbo. Sabemos con suficiencia qué, cómo, por qué y hacia dónde orientar la acción parlamentaria para edificar el México del presente y del futuro en su justa prospectiva.
No recibimos órdenes de nadie, no nos subordinamos a nadie, no obedecemos a ningún presidente de la República presente ni pasado de este país.
En atención al mandato de ley conferido, hemos manifestado el verdadero estado que guarda la nación y que no está contenido en el informe que presentó el Ejecutivo: México se encuentra en un estado de excepción, con un gobierno a la deriva, extraviado y sin rumbo.
El debilitamiento de los fundamentos del Estado nacional es lo que provoca que el país se encuentre en un riesgo estructural y permanente. Porque llevamos tres años de ser el epicentro mundial de la violencia, de hacer pedazos el prestigio internacional y de concentrar la mitad de todos los pobres de América Latina.
En suma, tres años de estar sumidos en la turbulencia política, el estancamiento económico y la incertidumbre social. De esta condición adversa que guarda la nación también dan cuenta los poderes fácticos de orden criminal, que aprovechan el desmantelamiento de las instituciones para adueñarse de las calles, del transporte público, de poblaciones enteras e incluso de los procesos electorales.
En México hay quienes están obsesionados en promover la desaparición de los legisladores de representación proporcional, disminuir los recursos públicos a los partidos políticos y simultáneamente en aniquilar al Instituto Nacional Electoral y a los tribunales electorales. ¡No se los vamos a permitir!
Por eso y para eso estamos en el Congreso de la Unión: para influir con todas nuestras capacidades en la reconducción del Estado mexicano; para ser una firme oposición que luchará políticamente para preservar las libertades, los derechos humanos y la vigencia de la democracia liberal.
El PRI no se vende ni se quiebra ni se dobla, siempre estaremos dando el debate.
Vamos a denunciar las traiciones a la ciudadanía y las tentaciones del Ejecutivo por doblar al Legislativo, al Judicial, a la prensa y a la oposición. Que les quede claro: el Legislativo es un Poder, no un empleado del Poder.
Honraremos como parlamentarios la confianza que el pueblo de México nos ha refrendado. Estamos listos. Los resultados electorales nos animan porque nos asiste la razón, la política y el derecho. No necesitamos nada más.
*Presidente Nacional del PRI