Opinión

Los jóvenes y los retos del presente para un futuro prometedor

Luis Armando Baez Molina*

No es ninguna sorpresa el complejo panorama que el mundo actual presenta para todos, pero en caso particular, para las y los jóvenes; quienes vivimos de cerca una infinidad de cambios, y nos encontramos de cara a nuevos y alarmantes desafíos que ponen en jaque nuestro desarrollo actual, y por ende, nuestro futuro.

Estas transiciones y nuevas formas en que se establece el mundo, aplican para un gran número de ámbitos, como el educativo, el laboral, el de vivienda y, con todo ello, también el económico. Pero en medio de esta serie de nuevos paradigmas y de retos, es importante destacar el genuino interés que las recientes generaciones mostramos en la política, y la relevancia de la apertura de espacios para las y los jovenes, quienes contamos con ávidos deseos de ser partícipes de este rubro, así como dentro de los ámbitos sociales y ciudadanos, hallando en esta, un medio para reestructurar las formas sociales, económicas y laborales, entre otras, en pro de un beneficio general y de lograr un cambio.

Al hablar de este tema, no me encuentro ajeno a él, ya que a diario nos enfrentamos a un futuro incierto que, independiente de la problemática establecida, contamos con un gobierno que parece atentar contra nosotros o agudizar el problema, antes de ser cómplice de nuestras demandas y necesidades.

Como ejemplos del sinuosa panorama, está el plano educativo, en el cual nos encontramos con universidades rebasadas en su capacidad y, por ende, tenemos una larga esperar por un turno, o como alternativa, acudir a la parte privada, pero sólo si tenemos la posibilidad sin lacerar la economía familiar.

Si rebasamos el embudo educacional y nos proponemos encontrar un trabajo, nos vemos frente a un mercado laboral con una exigencia de 3 años de experiencia, sueldos bajos, altos niveles de competencia y menospreciarían de nuestras habilidades, conocimiento y aptitudes, independiente de la alta demanda laboral que brinda muy pocas oportunidades de crecimiento, y de prestaciones, como el seguro social; arrasando con nuestras metas profesionales y con la oportunidad de una vida digna.

Ahora bien, partiendo de la óptica de un jóven que ha ahorrado y que se anima a arrancar en el emprendedurismo, nos encontramos en una situación más compleja, ya que tenemos que reconocer en el Estado, un socio que, lejos de apoyarnos, se llevará más utilidad de la que realmente podríamos generar; aunado al difícil y competido mercado comercial; que beneficia a los grandes empresarios antes que a las PyMES, desde el tema legal, hasta el de oportunidad.

Otro de los puntos fundamentales que resultan en un gran desafío, es el de la vivienda; ya que es un logro cuasi imposible de alcanzar, con grandes tasas de interés en los créditos hipotecarios, la constante alza de precios inmobiliarios y atando todos los puntos anteriores; alcanzar a comprar un departamento o, siquiera, un terrenito, se vuelve un hecho inviable. Por lo que la mejor opción para independizarse termina siendo a través de la renta; pero que nos conlleva una fuga de dinero impresionante, de forma mensual que no nos reditúa ningún patrimonio futuro; y que en estos tiempos, gracias a los altos costos de estos servicios; es alcanzable sólo a través de roomies, o amigos con los cuales dividir los gastos, enfatizando el hacinamiento citadino.

Es por todas estas situaciones y otras tantas más, que las nuevas generaciones buscamos que se abran espacios para alzar la voz a través del servicio público, con el objetivo de erradicar esta serie de injusticias sociales, que se conocen de raíz; que encontramos, desafortunadamente, en nuestro transitar diario, y que, por encima de todo ello, tenemos la capacidad, la preparación y la convicción de un país por el que luchar, por el cual trabajar; recalcando que los jóvenes no somos el futuro, somos el presente, tenemos fuerza, ganas, ánimos y la seguridad de un cambio que brinde justicia social, equidad y, sobre todo, un presente sostenible para un futuro de desarrollo. Es tiempo de los jóvenes, es tiempo de la unidad y es tiempo de que nuestra voz sea escuchada y las demandas atendidas.

 

*Director del Instituto de Innovación e Investigación de la CTM

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